Pesa un quintal. Es jodido de cojones levantarla. Cuando no hay más remedio que hacerlo, se levanta (aunque sea a medias, jeje) y se pasa. Pero cuando no es obligatorio... Depende de las verdaderas ganas que tengas.
Me refiero a la barrera que separa el pensamiento de la acción. A veces va ligerita, pero a veces resulta muy pesada. Esa barrera... Todos los días comienzan levantando esa barrera: te tienes que levantar, tienes que salir al mundo. Tu camita no te va a aportar nada nuevo. Pero, mmm... gratificante sensación intrauterina... Con lo calentito que se está ahí dentro... ¿por qué salir?
Claro, al final te levantas, sólo faltaría. Pero otras cosas no van así.
Me he dado cuenta incluso de que el hecho de pensar "bueno, algo he hecho" ya me alivia. Como si tuviera que pintar una pared y, cogiendo un rotulador carioca y haciendo una rayita, ya pudiera sentirme satisfecho. Increible, pero cierto. Y luego te sorprendes de que dejes las cosas a medias. Con ese espíritu, ya me dirás tu a mí (yo, a mí mismo?? oh Dios, ya estoy hablando sólo otra vez... mejor dejarlo por hoy, que creo que ya está bastante clarito lo que quería decir...)
viernes, 27 de febrero de 2009
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